La flora autóctona del Estrecho de
Gibraltar comienza a adaptarse a la presencia de la alga invasora Rugulopteryx okamurae en la Bahía
de Algeciras. Es una de las
conclusiones del amplio estudio sobre esta especie realizado por la Universidad de Sevilla con el patrocinio de la
Fundación Cepsa que han sido presentadas este viernes por
el científico José Carlos García en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Algeciras.
El catedrático de La LíneaJosé Carlos
García ha incidido en que se está apreciando como el ecosistema
local está empezando a regular, creando
microorganismos que viven ya sobre la propia alga,
colocándose encima.
El catedrático inició
su presentación aludiendo a que las conclusiones del estudio, que ha durado
cinco años, son “difíciles de digerir” porque no hay precedente de
ninguna invasión de algas en el mundo de este nivel, con un proceso
reproductivo que la hace intratable,
“por lo que la única esperanza es que el ecosistema local la ponga en su sitio como ha
pasado con otras especies invasoras en otras partes del mundo”.
García ha asegurado que el daño
ecológico -desde 2015 que es cuando se detectó por primera vez- ha sido “estratosférico“. Se trata de
una especie competitiva de primer orden con una gran capacidad de adaptación a
una zona que no es suya y que además está cargada de sustancias químicas que la
hacen prácticamente incomestible para
la fauna.
La investigación, que se ha realizado en
prácticamente toda la Bahía de Algeciras, estudiando tanto la superficie como
debajo del agua, ha abierto otras líneas de trabajo en un ámbito más positivo
para aprovechar estas algas. Se trata de la realización de fertilizantes de calidad en los
que trabaja la Universidad de
Sevilla en colaboración con la Universidad de Extremadura; la
creación de biometano y
productos farmacológicos y
de parafarmacia,
donde ha empezado a trabajar la Facultad de Farmacia de la Universidad de
Sevilla.
García ha añadido que la arribazón que sale a la playa
es el principal problema al que tienen que enfrentarse los ayuntamientos, limpiando las playas,
muchas veces llevándose la arena con las palas, pero apuntó que el impacto real
está debajo del agua dónde se ve que “se lo ha llevado todo por
delante”.
El estudio informa de las diferentes
vertientes de entrada de la alga asiática en el Estrecho. El científico insiste en
que los plásticos han
tenido mucho que ver en su expansión. La especie invasora se coloca sobre este
material flotante y se hunden ayudando a su dispersión. Asegura que el agua de lastre ha sido uno de
las entradas pero no la más importante, el transporte de mercancías y la
descontrol de la acuicultura -crianza
de especies acuáticas vegetales y animales-, han tenido mucho que ver, según
García. “En el Mediterráneo
oriental, la entrada del alga que ya se está viendo en Marsella y otros puntos ha sido
por la acuicultura”, apunta García.
El biofuling, incrustaciones de micoorganismos en los cascos
de los barcos, es otra de las vías de entrada importante a través de las
embarcaciones de recreo que permanecen años atracadas en puertos.
En cuanto a la dispersión de la Rugulopteryx okamurae,la investigación concluye que se
adapta también a la zona umbría y se sitúa en las rocas. “Con las cámaras
instaladas hemos visto como rodean a las algas locales y le quitan el
sitio”, asegura García. “Ha cambiado el ecosistema pero hay
algunos aspectos positivos. Los peces se están comiendo los crustáceos que ya
viven sobre las algas”, concluye el científico.